La sobrina de Inés Estévez sufrió acoso callejero mientras grababa un corto sobre ésa problemática

Un automovilista se ensañó con el grupo de jóvenes a bocinazos y gritos, según contó en redes Silvina Estévez.

Con la simple y breve línea “Mi hermosa y valiente sobrina”, la actriz Inés Estévez compartió en redes sociales el relato de Silvina Estévez, quien narró una situación de violencia machista que sufrió cuando se encontraba con sus compañeras en pleno rodaje de un trabajo sobre, justamente, la problemática que sufren las mujeres al caminar por las calles de Buenos Aires.

“Hace unos días filmábamos en la calle, un corto para denunciar el acoso callejero. Éramos todas mujeres en el equipo. Como era de esperar, nos acosaron. Bocinazo va, grito viene, piropo va, insulto viene, fotito va, gestito viene, denigración va, cosificación viene. Y así sucesivamente hasta la violencia sin fin. Nos quedaban unos pocos minutos de luz y nos faltaban varios planos cuando el señor atravesó su auto de alta gama. Le tiró la trompa encima a los cartoneros y bajó la ventanilla. Vociferó algo inentendible durante varios cortes de semáforo. Nosotras aturdidas por el ruido de Av. Libertador mirábamos desconcertadas esperando que se canse de molestar. Pues no”, introduce el relato difundido en redes.

“Logró movilizar a los cartoneros, quienes tuvieron que correrse para que el auto pase. Creímos que en ese momento íbamos a poder seguir nuestro trabajo, pero no. Se estaciono del otro lado en infracción reduciendo el carril de tránsito y siguió gritándonos, mientras nosotras seguíamos mirándonos perplejas sin poder creer que el sujeto intentaba que dejemos de filmar y nos acerquemos a su auto. Por supuesto no lo logró. Le grité algo. Le grité: “viejo váyase y déjenos trabajar”. Por un momento volvimos a intentar tirar una toma, pero vimos el auto subido al cordón como en exhibición. El señor venia hacia nosotras indignado y envalentonado caminando abrazado a un empleado de la estación de servicio. En ese momento vi a una de las chicas interceptarlo para que no llegue hasta nosotras. Dos de nosotras estábamos con tacos y short. Y otras dos vestidas de musulmanas”, sumó.

“Ahí me di cuenta que nuestra compañera intentaba detenerlo porque nosotras estábamos vulnerabilizadas por nuestra vestimenta y él estaba “muy enojado”. ¿Será que le molesta lo que llevamos puesto? ¿Será porque somos artistas? ¿O será porque somos mujeres?
Todas esas preguntas me molestaban, mientras veía los ademanes de mis compañeras defendiéndose de un desconocido que nos atacaba. Ahí entendí un poco más. El señor de los 60 y pico pirulos quiso levantarnos. Como lo ignoramos, dijo que quería defendernos de los cartoneros. Como lo ignoramos, vino a decirnos que nos iba a denunciar por gritarle que se fuera y como lo ignoramos, cargado de ira y a los gritos (abrazado a otro tipo), soltó por su boca el peor de los insultos que él consideraba que le podía soltar a un grupo de mujeres. Nos dijo que éramos feas”, narró.

“Yo miré a las talentosas de mis colegas paradas en esa vereda, con quienes día a día nos abrimos paso en una industria machista que muchas veces nos ningunea; y en ese momento nos sonreímos entre todas. Y quede viendo sus caritas mientras la luz se nos iba en los últimos segundos de la hora mágica, y quede paralizada; frente a tanta frescura y frente a tanta belleza”, concluyó su relato.

Deja un comentario